Mil Noches de Poesía
Blog personal de Poesía
Noche 313
Noche 313
Aqui me tienes, anhelando
ese primer encuentro entre nuestros ojos;
ya con ansioso espiritu, libertad en tu mirada.
Solo a un beso de distancia,
el ayer y el mañana.
Sacude mis deseos
en la violencia de las caricias.
He muerto tantas veces
en la misma vida;
y he renacido para seguirte buscando.
Tal vez, tu rostro no este en la multitud;
aun asi, madera de fuego eternal
no dejare de arder,
esperando llegues para abrigar tu alma desnuda.
-José Alberto Pinilla-
Noche 312
Noche 312
Quiero dejar reposar ya mi tiempo,
sobre regazo que espera alboroto de mis
sueños.
Como la ventisca que, al fin, suspira,
Y reposa su aliento sobre la tierra;
Así como labios del mar,
descansa sobre las costas;
volver siempre a tus besos.
Elogiar las caricias,
con calor que nace bajo la piel.
-JAP-
El Beso (Edvar Munch)
Noche 311
Noche 311
Refulgía cierto brillo en sus ojos,
cuando al fin la tuvo en frente,
con su alma toda desnuda,
con su amor al descubierto;
no había noticias de recuerdos ni olvidos,
sólo estaban, solos y juntos.
Se apartaron de los propios sentidos,
para que el espíritu fuese piel;
para sentirse sin sentidos.
-JAP-
Noche 310
Noche 310
Sólo gotas que amenazaban,
la lluvia ya no sería
sorpresa;
mientras unas hojas se desprendían
del viejo sauce junto al río de negro fondo.
Se encontraron en el
camino
que las aventuraba al suelo,
sin importarles el
vértigo de la caída
fueron jugando a caricias
mientras
descendían a lo inevitable;
los primeros suspiros del
viento
amenazaban un raudo desacuerdo
del destino; no les
impidió sentirse de cerca
y abrazados a su propia
soledad
acordaron el uno hundirse
en el ocaso del otro,
para encontrarse en el suelo y allí marchitar
juntos.
Sus besos eran violentos
y desesperados,
tanto así, arrancaban de
la memoria:
sórdidos recuerdos;
golpeaban tan duro los miedos
hasta sacarlos a rastras
de la vida misma
y su corazón se sentía seguro de latir.
Y para qué hablar de las
caricias,
si con una sola bastó
para sentir sus almas
desnudas en el momento en
que el calor
de su cuerpo se acercó
tanto que ya no reconoció
ni piel y no pidió
permiso para penetrarla.
Y la eternidad reposó un
suspiro en el instante
en que sus labios se volvieron
un solo beso
y el infinito fue tan
extenso como la distancia
del encuentro entre sus
miradas,
ese momento, justo antes,
que sus párpados
cubriesen sus ojos.
-JAP-
Noche 309
Noche 309
Puedo
enredar tu mirada
en
la frondosa pasión que encierran mis ojos.
Puedo trepar
hasta tus labios
con
las caricias de mis besos
y
empalagar tu lengua en cada dejo de voluntad.
Arremeter
con violencia,
mis
brazos al apretar tu cuerpo contra el mio.
Puedo
deslizar un verso hacia tus oidos
hasta
abusar de cada uno de tus deseos
y
aplacarlos en el presciso instante
en que nuestros sexos se pierden en los
sentidos.
-JAP-
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